Verdaderamente el campo bravo siempre ha sido y debe seguir siendo el principal refugio de los toreros, pero en la difícil situación que estamos atravesando cobra aún mayor importancia, ya que se convierte en la única salida que tienen para mantener su preparación y el contacto con el animal y sus embestidas, tan vital para cualquiera que vista el chispeante.
En esas anda el novillero manchego Carlos Aranda, que en la tarde de ayer tomó parte en un tentadero en la finca que el recortador Joel Rodríguez posee en la localidad toledana de La Puebla de Montalbán. El diestro de Daimiel toreó un eral de la ganadería de Santiago del Pasil, que fue donado por el aficionado y miembro de la Peña Taurina de Méntrida, Sergio Gutiérrez Lozano, que ha tenido una magnífica iniciativa para ayudar a los novilleros castellano-manchegos en un momento tan delicado como el actual, dadas las escasas posibilidades que tienen de ponerse delante de las reses. Y es que Gutiérrez Lozano, autor del libro «Cuaderno de Aficionado», está destinando la recaudación obtenida por su venta para el citado fin. En definitiva, invirtiendo en el futuro de la Fiesta.
Además de Carlos Aranda estuvieron presentes en el tentadero, el novillero con picadores Aarón y dos alumnos de la Escuela Taurina de Toledo.
Fotos: Sergio Castillo Fernández