El torero francés fue el triunfador al cortar el único trofeo de la tarde. Se lidiaron nueve toros de Juan Bernardo Caicedo que no dieron opciones. Luis Miguel Castrillón y Roca Rey se fueron de vacío.
El encierro de Juan Bernardo Caicedo estuvo lejos del apoteósico triunfo de la feria pasada y no pudo reeditar esa página gloriosa. Esta vez los seis toros de lidia ordinaria y los tres que tuvieron que regalar los toreros para buscar las llaves de la puerta grande no brindaron posibilidades. Por eso una de las tardes señaladas de la feria se saldó con un sólo trofeo, el que paseó Sebastián Castella en el cuarto.
El torero francés levantó los tendidos en el comienzo de faena cuando se paró con los pies juntos para desafiar al toro como si fuera una estatua. Así, sin moverse un centímetro se lo pasó por delante de su cuerpo dos veces, pero a la tercera improvisó asomando la muleta por detrás de su cuerpo, suerte que volvió a repetir con lo que paró a la gente de sus asientos.
Parecía el prólogo de una faena de emociones pero el toro buscó pronto el refugio de las tablas, Hasta allí fue Castella que se empecinó en sacarle partido al de Juan Bernardo Caicedo y lo consiguió en varias series. El público le agradeció el esfuerzo y la habilidad para imponerse ante las irregulares embestidas. Una oreja con la que se iba arriba en el marcador.
Luis Miguel Castrillón tenía un duro compromiso, alternar con el triunfador de San Isidro (Castella) y el torero de la temporada española, el peruano Roca Rey. Y no estuvo inferior al reto. Por el contrario en sus dos toros sorprendió con alardes valientes y con momentos de buen toreo en redondo. Al primero de su lote lo recibió con dos largas cambiadas y puso al público de su parte. Con la muleta toreó con temples especialmente con la mano derecha, pero la faena no alcanzó suficientes niveles de emoción ante el que, a la postre, sería el toro más destacado del encierro.
Con el quinto, de imponentes hechuras, el torero de Medellín volvió a poner en ebullición a Cañaveralejo. Se puso de rodillas y así toreó con el capote, una serie de verónicas que remató casi en el centro del ruedo con una larga cambiada que levantó los tendidos. Brindó al público y volvió a ponerse de rodillas para torear en redondo. Parecía toro de triunfo por la calidad de sus embestidas pero el toro no tenía fuerza y besó la arena por ese defecto. Los buenos muletazos que intentaba dibujar Castrillón no tuvieron eco en el público que clamaba abreviar.
Pocas veces se ha visto a Roca Rey salir caminando de Cañaveralejo, pues la puerta del Señor de los Cristales ha sido su camino habitual, cruzándola a hombros. Esta vez no encontró esa salida en las embestidas de sus toros, y antes que marcharse inédito, regaló un séptimo toro. Sus alternantes no se quedaron atrás y también levantaron el dedo para regalar un sobrero. La tarde parecía irse a tiempo extra.
Pero ni en el alargue. Aunque Roca Rey estuvo a punto de triunfar en el primero de los tres sobreros. Comenzó su faena con una fórmula efectiva en Cañaveralejo, los pases cambiados por la espalda que pusieron al público de su favor. Luego interpretó dos soberbias series de naturales, pero cuando parecía que encontraría el triunfo, su espada se estrelló contra el morrillo del toro como si fuera de piedra.
Castella pasó más de un apuro con su toro de regalo, de violentas embestidas y con intenciones de arrancarle el corbatín al torero. Tampoco tuvo opciones Castrillón con su sobrero al que tuvo que ir a buscar a las tablas para sacarle muletazos.
Ficha
Cali, plaza de toros de Cañaveralejo
Tres cuartos de entrada
Se lidiaron 9 toros de Juan Bernardo Caicedo bien presentados pero de escaso juego.
Sebastián Castella: silencio, una oreja y palmas
Luis Miguel Castrillón: silencio, silencio, silencio
Roca Rey: Silencio, silencio y saludo desde el tercio
Prensa Plaza de Toros de Cañaveralejo